Desde Bragança, una bonita y virada carretera conduce hacia el parque natural de Montesinho llegando hasta la encantadora aldea de Rio de Onor, una población de piedra oscura, gruesas planchas de pizarra y balconadas de madera, donde se confunden los tejados españoles y portugueses, vecinos y bien avenidos.
La iglesia del pueblo, de la misma arquitectura, tiene un gracioso campanario con escaleras desde el que se puede tener una vista completa de esta aldea, que se mira en un riachuelo de aguas transparentes.
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